martes, 7 de octubre de 2008

Delicias de la vida laboral


Cucharada de moco

Cucharada de moco es un compañero de oficina que vive brotado. Es la típica personalidad insegura que piensa que todo el mundo está complotando para sacarlo del medio, serrucharle el piso o joderle la vida (aunque en realidad sean siempre ellos los que le complican la vida al resto).
Las mañanas de estos siniestros personajes son terroríficas. Suelen aparecer con anteojos de sol y cara de bragueta mecha corta que intimida a cualquiera que se les cruce con la simple intención de saludarlos.
Uno nunca sabe cómo reaccionar ante una cucharada de moco. Si uno les pregunta por el motivo de su desdicha suelen contestar con un ladrido, si uno elige ignorarlos se ofenden y sumergen en el más absoluto de los silencios. Si uno los trata en forma natural, buscarán el peor momento del día para desembuchar las causas de sus desventuras. Con este tipo de personas no hay forma de ganar, ya sea por error u omisión siempre habrá que aguantar un tsunami de reclamos y protestas.
Viven quejándose, peleados con los miembros de su familia, familia política, amigos, compañeros de trabajo y prestadores de servicios. Todo es un problema para ellos. Pagar una factura de luz, cargar la tarjeta del celular, comprar una entrada por Internet; serán motivos suficientes para escucharlos proferir epítetos con los ojos fuera de las órbitas escupiendo baba cual perro rabioso, al pobre infelíz del otro lado del teléfono.
Todos tienen un problema con ellos. Las mujeres cucharada, prorrumpen en llanto toda vez que la de Contaduría les negó una nota de crédito, el Gerente las obligó a hacer algo con lo que no estaban de acuerdo o la factura se enroscó en la impresora. Putearán a los cuatro vientos, maldecirán a la Cajera, y le desearán la muerte a la suegra que cayó a las nueve de la noche con la pila de ropa planchada que le dejaron el día anterior.
Eternos inconformistas, los cucharada están convencidos de que merecen una vida mejor, pero son incapaces de levantar medio dígito de la mano derecha para cambiar la realidad que les tocó en suerte. Le echarán la culpa a la terrible infancia que vivieron, como si la infancia del resto fuera un paseo a Disneylandia; o cargarán las tintas contra sus parejas como si alguien les hubiera puesto una pistola en la cabeza obligándolos a convivir con sus respectivas.
Histéricos por excelencia, terriblemente celosos y resentidos, estos personajes dedican su existencia a coquetear con todo el mundo porque no soportan no ser el muerto en el entierro. Aún cuando tengan una pareja consolidada serán proclives a seducir a los novios/as de sus amigas, cuñados/as, compañeros/as de trabajo y por supuesto a sus Jefes.
No soportan una negativa y pueden discutir hasta el cansancio por cualquier tema, ganando la batalla por abandono del adversario (que queda en un rincón con los ojos dados vuelta, la lengua afuera y la cara de un tono violáceo cadavérico).
Se victimizan y hacen de sus dolencias una causa de estado. Una cucharada de moco con síndrome premenstrual es una potencial Glenn Close en "Atracción Fatal", una mujer que puede llegar al extremo de operar el parietal izquierdo de un compañero con una birome para hacerle entender que le jode que le usen la abrochadora sin permiso.
En las oficinas se caracterizan por no delegar, tapándose de trabajo para luego quejarse de que no reciben ayuda. Así es que dejan todo por la mitad y se ofuscan si se les reclama el trabajo atrasado (con lágrimas en los ojos, obviamente).
Hostiles y celosos como teros empollando huevos, los cucharada ostentan una lengua viperina capaz de pegar donde más duele si se sienten agraviados (como cuando uno los mira fijo pensando en otra cosa y ellos asumen que uno se ha percatado del horrendo grano que les ha salido en la punta de la naríz).
No les gusta enseñar y emputecerán la vida de los compañeros nuevos, complicándoles la existencia con respuestas vagas para hacerlos sentir como un hámster caminando en la ruedita a ninguna parte. Les negaran la información, mejicaneando formularios, útiles de oficina o datos vitales tales como el manejo de la fotocopiadora y recambio del toner. Siempre requerirán de ayuda pero son incapaces de ofrecerla, prestos a salir volando apenas terminan con su parte, aún cuando el compañero esté desbordado de carpetas. Demás está decir que se dirigirán a sus compañeros como "boludo", "pelotudo", "tarado", "imbécil" y calificativos de similar calibre; obviando el nombre de pila con la excusa de que el adjetivo fué usado con todo cariño y es la forma en que se dirijen a todo el mundo (lo cual, por otra parte, es cierto).
Los cucharada viven tensos y tensionan el ambiente en donde se desempeñan. Son rapidísimos a la hora de resaltar errores ajenos pero rara vez se hacen cargo de los propios. Esa no es su letra, aquella no es su firma, ese que los señala con el dedo está loco…nunca en su vida lo han visto (aunque el señor se queja del maltrato al que fue sometido por esa loca histérica que los mira con rencor).
Nunca aprenden, nacieron sabiendo, fueron paridos con una calculadora y un diccionario en la mano; no aceptan consejos ni críticas constructivas. No están interesados en optimizar lo que hacen, porque lo que hacen es y será perfecto; le tienen terror al cambio.
Pero llega un punto en que los cucharada se quedan solos. Las parejas no los toleran, los jefes no los soportan, la familia tiene los huevos al plato de sus constantes demandas y los compañeros de oficina los van dejando a un lado. Con hastío. Con asco. Porque nadie quiere desayunar cada mañana con una cucharada de moco.

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