domingo, 30 de noviembre de 2014

CODICIA



NORBERTO SANCHO PANZA (deplorable caricatura de un ser de carne y hueso) 

Norberto se cree la última Coca Cola del desierto.  Alguien por ahí le dijo que era bonito y vivo (la madre probablemente) y él se lo creyó.  Así es que este sujeto se mueve por la vida pensando que solamente él tiene la razón en sus manos y la realidad está pintada del color que él la ve (que depende del color de los cristales que se haya puesto esa mañana).
Comprador compulsivo, Norberto cree ser el último grito de la moda porque no para de comprar ropa de marca; lo que él ignora es que la elegancia no tiene nada que ver con el logo de una de las 95 camperas que cuelgan de sus percheros.  Adicto a las páginas de compras de internet, Norberto no para de desear y comprar todo aquello que se le cruce delante de los ojos.  Si es preciso se endeudará hasta las orejas y luego se pasará diez años sin crédito por registrar antecedentes negativos.  Pero eso no parece importarle ya que en su loco desenfreno de compra compulsiva, el fin justifica los medios y ese sweater de El Cardón vale su peso en oro. 

Tacaño como pocos, Norberto llega al puesto de Gerente porque la firma donde trabaja se queda con una vacante que no puede cubrir por un sueldo por debajo del mercado.  Entonces le otorga una vacante interina que jamás puede cubrir.  Así es como Norberto llega a la Gerencia, falto de méritos propios y a ocupar una silla que no estaba destinada a ser suya.  Así como fue creciendo la demanda del producto que vendía la empresa que empleaba a Norberto, también crecía en forma exponencial su egocentrismo, su barriga y su inclinación por el acoso sexual y el pavoneo constante delante de sus compañeros de trabajo.  Pavoneo basado en una diatriba barata sobre cualquier tema que tocaba de soslayo y con una superficialidad que rayaba la comicidad del Oso Arturo.  Rara vez Norberto, siendo el empleado con más sueldo en su sector, tenía cambio a la hora de colaborar con el regalo de cumpleaños de un compañero.  Solía mostrar su billetera vacía apelando a gastos del día que lo pudieran eximir de hacer su contribución para el regalo de un compañero.  Eso sí, agradecía con discursos elocuentes su propio regalo de cumpleaños, basado en contribuciones de empleados que ganaban una décima parte de lo que él percibía mensualmente; pero a la hora de descolgarse con dos docenas de facturas o una torta siempre había una buena excusa para no compartir lo que el resto hacía habitualmente.  Siempre que se ofreció una cena o una picada por un objetivo logrado, se colgó los laureles al hombro aunque siempre abonó la cuenta con dinero de la empresa.  Ha llegado a arrastrarse comprando una tabla y un cuchillo con tickets de la empresa, para cortar salamines en un ágape empresarial, avisando a quienes quisieran escucharlo que esos utensillos le pertenecían.

A Norberto las mujeres lo pueden, un par de tetas y un culo, hasta de una mula en un establo le cierran.  Ha baboseado a clientas y empleadas por igual, enviando correos de alto voltaje erótico con el sello de la empresa a facturistas de post venta y Jefes de Sector.  Regodeándose en anécdotas donde el protagonista es él, deseado y admirado por un público femenino de fábula (creada por él); solía arrancar los suspiros de alguna mujer que estuviera necesitando un proveedor que le pague las facturas para llegar a fin de mes.  Porque ese fue el arrastre que siempre tuvo, mujeres faltas de iniciativa propia con ganas de capturar un idiota con una billetera llena que pudiera satisfacer demandas a corto plazo.  Después de un matrimonio, una convivencia, dos hijos y varios traspiés; logró caer con total destreza en las garras de una vividora serial a la que faltó hervirle el conejo al más puro estilo “Atracción Fatal”.  Le compró un auto, la puso a trabajar para él y le sirvió los clientes en bandeja.  Por supuesto se compró un problema que le tomó un año arreglar mientras se olvidaba de trabajar para amordazar a la damisela en cuestión, quien amenazaba con dejarlo en la calle gritando obscenidades en el parking de la empresa.

Luego llegaría una cuarta convivencia con una mujer carroñera a la que le llevó menos de un mes para que Norberto terminara pagando los colegios de tres críos de dos padres diferentes.  Entonces dedicó su vida a comprarle todo aquello que la mujer le solicitara, además de mantenerla con sus tres críos y cambiara pañales con mierda ajena a cambio de un par de polvos deplorables ya que la hembra en cuestión mantenía sus relaciones amorosas fuera del hogar preservando para Norberto las caras de culo exclusivamente.
Así fue como Norberto, una vez más solo, se dedicó a masajear empleadas, acomodar mechones de pelo detrás de las orejas, dar besitos interminables repletos de baba a empleadas que declararon aguantar semejantes demostraciones de afecto a cambio de potenciales clientes y operaciones que pudieran aumentar sus ingresos ostensiblemente.  Pasados los cuarenta, Norberto solitario y perdido en la vida, ocupaba sus fines de semana saliendo a bailar con empleados de veintipico que le festejaban sus bromas y sus copas de más sabiendo que el lunes contarían con algún beneficio extra con respecto al resto del personal.  Salió con varias dentro y fuera del ámbito laboral, solamente para contarlo el lunes; o simplemente lo inventó para poder regodearse con el cuentito al lado del dispenser de agua ya que la tía de una de sus empleadas que tuvo el disgusto de compartir cama con el susodicho alegó (textualmente) “en la cama va patrás” en franca alegoría a sus paupérrimas dotes amatorias.

Así como se ocupó de inflar los egos y las magras capacidades de su séquito de obsecuentes aduladoras, también supo despreciar a quienes trabajaron codo a codo haciendo más de lo que les correspondía y parte de su trabajo para que él pudiera acortar su jornada laboral cumpliendo con escasas cinco o seis horas.  Demás está decir que cuando estuvo, se dedicó a jugar en el Facebook con su celular y a comprar cosas por internet con un apetito insaciable por cualquier cosa…desde tecnología hasta perros, pasando por motos, cascos y ventanas.  Con una incapacidad total para disfrutar de lo propio, es proclive a desear todo aquello que ostentan los demás y dedica su vida a adquirir todo lo que le falta.
Pero la suerte de Norberto tiene fecha de vencimiento, la miserabilidad y el egoísmo se pagan en esta vida, también se pagan el maltrato, la desidia, la incapacidad y la soberbia.  Quizás no la vea venir, quizás pueda pilotearla por un tiempo, pero el karma está ahí, a la vuelta de la esquina.  Acechándolo para cobrar facturas vencidas.  No es fácil tocarle el culo a tanta gente y salir inmune de la situación.  Ni meter la mano en el plato ajeno.


Buena vida Sanchez Panza!!!  Nos vemos en Disney!