domingo, 21 de marzo de 2010

ARGENTILANDIA






El país que algunos se merecen



Hay ciertas cosas que me ponen de la peluca. A veces, mirando los noticieros o manejando hacia el laburo, noto en mí misma una tendencia a convertirme en un monstruo salvaje con intenciones de acabar con un millar de personas (mínimo).

Sin ir más lejos, unos días después de las inundaciones que anegaron calles y autopistas de la Capital y Gran Buenos Aires, iba yo tranquila detrás de una camioneta cuyo conductor y acompañante, perfectamente sincronizados cual ballet del Bolshoi, bajaron las ventanillas del vehículo para deshacerse sin prisa y sin pausa de dos bolsas con restos de un desayuno a medio terminar. Como si esto fuera poco, hicieron lo propio con los vasitos de cartón de café, las servilletas que usaron para limpiarse los restos de medialunas, el soporte para los vasitos y como cereza del postre…vaciaron el contenido entero del cenicero del auto. Iba a distancia prudente, perfectamente consciente de que conducía detrás de un hipopótamo con diarrea, así que pude esquivar la basura sin demasiada maniobra. Pero el tipo me sacó tanto que estoy segura de que podría haberle aplastado el cráneo si contaba con un tanque oruga.

Porque este mismo personaje, es el que luego utiliza las cámaras de televisión para quejarse porque el agua de lluvia le llegó al motor y quién QUIÉN le va a pagar por semejante daño, ah?. Kadorna te va a pagar, monstruo mugriento, larva arrastrada que no conoce su propio pensamiento porque carece de él y su propia voz le retumba en el balero como el eco en un departamento sin muebles. La Mona Giménez te va a pagar. O Tinelli, si le escribís una carta bien sentida para el día del amigo.

Porque esta es la clase se gente que se merece este proyectito de país que tenemos. Gente que quiere que el gobierno le regale una pensión porque le jode un poquito levantarse tempranito. Le molesta que el vecino haya veraneado una semanita en la costa después de haberse pasado el año entero detrás del mostrador de su verdulería. Aspira a la guita fácil, a la ley del menor esfuerzo, a poner la culpa en un tercero; no le gusta hacerse cargo de lo que le pasa entonces protesta y despotrica porque no obtiene lo que cree merecer.


Algunos ejemplos pintorescos que viven en Argentilandia:


El plomero que se rasca la barriga peluda en el bar de la esquina “estamos cada vez peor” sentencia. “no hay laburo” insiste (mientras el celular no para de sonar). Ese mismo señor que te tuvo de rehén todo el santo lunes en tu casa, habiendo pedido permiso en tu trabajo para ausentarte a esperarlo porque hace cuatro días que te bañás en la casa de la vecina. Ese mismo infeliz que se compromete a concurrir a tal hora y aparece a esa hora setenta y dos horas después…increpándote porque te tiró la puerta abajo y no estabas.


El tachero que se hace un festival con el turista desprevenido. Ese que sube al alemán y le hace un paseíto por González Catán, después de subirlo en Retiro, para llevarlo hasta el hotel Sheraton (que está estratégicamente a cuatro cuadras de donde lo levantó). Que le cobra en Euros y le da el vuelto en pesos argentinos del año de la escarapela o un par de fotocopias de billetes de veinte bien arrugaditas. Y si puede, se le queda con la camarita de fotos… .


El que recibe un plan de gobierno para sustentar a su familia, hasta el día en que le informan que para seguir recibiéndolo tendrá que pintar el edificio donde funciona el Municipio o cortar el césped de la plaza pública. Entonces el negocito ya no le cierra, porque va a tener que mover el culo para recibir unos billetes. Se ofusca, agarra el bombo y acampa en el medio de una avenida impidiendo que el resto de los que se rompen el culo de verdad para llevarle comida a sus hijos no pueda llegar a horario a su trabajo.


El político que vive en contra de todo. Porque pertenece a la oposición desde que nació. Incluso cuando su partido fue gobierno. Veta todo. No da quórum jamás, por las dudas. Por las dudas que tiene, o se va a Punta del Este o se lleva a la amante de turno a Miami de compras. Y porque comerse todo el debate sobre el presupuesto del año que viene le parece aburridísimo. Eso sí, está esperando que lo convoquen de algún programa periodístico para hablar de lo mal que vive la gente por culpa de vaya a saber quién… (quien es el enemigo de turno, quien es el que ya no le paga para callarse, quien es la voz de su propia consciencia que se apagó hace rato).


El empleado público. No todos, existen excepciones. Hablo de esa casta de gusanos come caca que en pleno horario de atención al público abren un paquete de factura grasiento, se toman un pequeño break de cuarenta y cinco minutos sacando a todos arando si osan preguntar si hay que sacar número o hacer fila. Con la boca llena, escupiendo restos de migas te observarán el trámite sin hacer contacto visual, buscando cualquier pretexto para estirar el desayuno hasta las 12.30 hs., horario en que ya no te van a recibir el trámite. Y vos, que pediste permiso en laburo, con la frente hecha un río le suplicarás que reconsidere su decisión ya que has traído todo lo que te habían solicitado el día anterior. Con cara de vaca empastillada, girará sobre sus talones, preguntando a su superior a los gritos si recibe el trámite o no. El superior, un tonto del culo con cara de nicotina y tango, peinado a la gomina (tres pelos grasientos que le surcan la azotea); evaluará la situación engulliendo un churro relleno de proporciones inusitadas (aunque él parece manejarse muy bien con ese tamaño, señal de que se dedica a los instrumentos de viento con asiduidad). La respuesta es siempre NO. La mañana siguiente tendrás que caer con un paquete similar para que te miren con cierto respeto o deberás volver seis veces más ganándoles por cansancio.


Estos son solo algunos ejemplos…hay más…pero recordarlos me está dando arcadas. Retomaremos en otro momento. Mientras tanto los dejo con una canción que grafica a los argentinos que se merecen un país como “Argentilandia”: