sábado, 17 de septiembre de 2016

CINCUENTA SOMBRAS MÁS OSCURAS

La saga que nos deja a las mujeres en el cuarto rojo de la vergüenza

Hace unos años, alguien de mi familia me pasó el libro con la advertencia de que se lo había regalado la pareja para reavivar la llama de la pasión.  El bodoque pasó directamente a manos de mi vieja, que estoy segura nunca lo leyó.  Hace un par de años, lo encontré en una mudanza, y como no tenía nada mejor que hacer, me fui a por la aventura sexual de la que todo el planeta hablaba.
Cabe aclarar que leí los tres libros en menos de veinte días, no sé bien si porque la redacción es tan sencilla y burda que lo facilita o porque quería llegar al final lo más pronto posible.  La cuestión es que debo admitir que como pasatiempo funcionaron bastante bien.

Ahora se vuelve a alborotar el gallinero porque está por salir la segunda película de la saga, y arden los foros de cine y literatura con la famosa controversia sobre el sadomasoquismo, bondage y demás. Y por supuesto, la valoración crítica del argumento de lo que nació siendo un fanfic (ficción escrita por fans, basada en libros, series o pelis).  Colgada de una palmera, esto lo supe recientemente, parece que nació como hijo bobo de la saca "Crepúsculo".

Lo primero que me llama la atención cuando leo estas novelas rosas que terminan bien y te dejan con una borrachera de merengue rosado y olor a gel íntimo es la relación de poder de la pareja.  El tipo siempre tiene el control, la mina es una muñeca descompuesta que necesita alguien que la salve de la soltería, el aburrimiento y el oprobio de una vida común donde la gente se traslada al trabajo en transporte público.  El hombre siempre tiene cualidades físicas que hacen que ellas duden en merecer yacer en un lecho de rosas con ellos.  Son demasiado.  Demasiado lindos, demasiado inteligentes, demasiado sexuales, demasiado deseados, con demasiada experiencia en la cama y fuera de ella, demasiado cultos, demasiado transgresores, demasiado millonarios.  En fin, demasiado hombres para la tierna florecita del campo que espera quien la seduzca y entrene en las finas artes amatorias.

En este caso en particular, se cumplen todas las normas para que el estado de ensoñación y embobamiento esté asegurado desde la página dos. Es como la torta de caja: dos huevos, veinte cucharadas de leche y el contenido del sobre.  Nada puede salir mal, salvo que seas un cero al as encendiendo el horno.  Es infalible, en las primeras páginas el tipo tiene forma, olor a perfume viril y sabor en nuestros cerebros.  Ella es una pavota que vive repitiéndose que va a sacar a la "inner Goddess" (diosa interior), léase "desatar la libido y darle rienda suelta a sus apetitos sexuales que no han sido satisfechos desde que puso un pie en este mundo".  Es flaca, insegura, asustadiza; tiene poca autoestima y es un ratón de biblioteca.  La típica mujer que pintan las novelas del género: la que prefiere quedarse en casa con un buen libro y un té caliente antes que terminar vomitando en el baño de una fiesta después de atiborrarse con tequila o amanecer en la cama con un ilustre desconocido.  

La novela transcurre en forma normal hasta que él ofrece un contrato a cambio de una relación no convencional donde ella deberá someterse a su pasatiempo favorito: sexo con juguetes, golpes y demás yerbas.  La quiere sumisa, entrenada, alimentada, atendida por un ginecólogo de confianza, disponible, depilada y dispuesta a entrar en juegos eróticos de alto voltaje.  Qué ofrece a cambio?  Nada más y nada menos que sus millones, sus autos, notebooks, teléfonos, helicópteros, ropa, cenas glamorosas y hasta un guardaespaldas que controla cada uno de sus movimientos.  Sólo tiene que dejarse pegar de vez en cuando y solamente puede "coger", "hacer el amor" no está en el manual de Christian Grey.  
La autora recurre a la terrible infancia de Grey, para sacar a la mamita que toda lectora lleva dentro, y busca la redención del personaje a través de toda la saga.  El tipo en el fondo es bueno, lo que pasa que tuvo una madre muy mala, pero después lo adoptó una muy buena y tarde o temprano va a volver a hacer el amor como un ser humano (o al menos ese es el mensaje que capté, así como Anastasia pugna por poder posar la palma de la mano en su pecho y demostrar que perro que ladra no muerde).

Ahora, la pregunta del millón: qué tiene esta trilogía mal escrita que acaparó la atención de millones de mujeres en el mundo?.  Hace unos meses vi un cartel en Facebook que decía que Christian Grey, plomero, hubiera sido denunciado por violencia de género.  También se dio la controversia en un foro del que formo parte, donde nos planteábamos el éxito de una novela que habla muy mal de nosotras como mujeres.  Aparentemente, los especialistas en BDSM ( Bondage y Disciplina; Dominación y Sumisión; y Sadismo y Masoquismo), las novelas abundarían en errores en cuanto a estas prácticas. No puedo opinar, desconozco, y a esta altura de mi vida no pienso investigar.  Pero más allá de eso, creo que lo que habla mal de nosotras es ver con buenos ojos el caer rendida a los pies de un tipo que es capaz de darte una paliza que te deja el culo en llamas, a cambio de un auto nuevo o un viaje en planeador.  Pareciera ser que hay cosas que se pueden pasar por alto si el tipo es un empresario brillante y exitoso con una abultada cuenta bancaria y un penthouse con helipuerto.  No nos enamora el administrativo que roba flores de los jardines, camino a casa, y se pone a cocinar mientras una pone el lavado en el lavarropas.  No nos embelesa el tipo que vive de un sueldo, y te saca a comer al restaurante que le permite el bolsillo.  En el campo de los sueños los queremos altos, fuertes, inteligentes, poderosos, pudientes, insaciables, dominantes, experimentados, con pasado pesado, con defectos para arreglar, con historias que perdonar, con almas atribuladas que necesiten redención,  Porque, por más que nos cueste admitirlo, si el premio es tan grande un manojo de cachetazos no puede ser tan grave.

Ojo, a mí la película me pareció un bodriazo tremendo.  A él le encuentro menos gracia que a mis plantas, actuando es un pedazo de aglomerado.  Ella tiene un timbre de voz que satura mis tímpanos y una cara de mojigata que no encaja del todo con la fémina que no duda en bajarse la bombacha para recibir un rosario de rebencazos. Supongo que, en el terreno de la fantasía, los límites autoimpuestos se pueden correr tranquilamente a cambio de un sueño almibarado en hoteles de lujo, con ropa de diseñador, decenas de pares de zapatos Jimmy Choo, autos alemanes, lingerie de marca, restaurantes de lujo y la promesa de una vida disipada sin las preocupaciones del noventa y nueve por ciento de las mujeres del mundo mundial.  Sigamos participando...