martes, 15 de octubre de 2013

La red nos captura a todos, tarde o temprano

Amistades, relaciones y otras yerbas de Internet

Cuando la gente tiene una pasión desbordante y tiene huevos como para ir detrás de aquello que lo vuelve loco; lo más probable es que lo haga.  Esa es una de las cualidades que más me atrapan en una persona.  La locura por algo.  Una película que uno mira hasta el cansancio, rebobinando las partes que a uno le resultan más importantes en cámara lenta.  Un libro que uno no puede abandonar por más de dos o tres meses teniendo la compulsión de volver a leer (donde uno ya tiene subrayados los párrafos que más le gustan como si fuera un libro de estudio).  Una canción que uno tiene en el MP3 y le da play durante un mes todos los días y a toda hora.  Una serie de televisión de la cual uno no solo ha pirateado todas las entregas, también ha guardado las mejores escenas del youtube y hasta los cortos musicalizados que la gente ha hecho con fragmentos de la misma.  Un auto que se atesora, lustra y restaura como si fuera una joya.  Así puedo seguir toda la vida, enumerando las pasiones que me ha tocado presenciar y en muchos casos alimentar sin saber que las mismas iban a traer aparejado todo un mundo que incluía amistades de diferentes nacionalidades.

Hace unos diez años alquilé una película de un ignoto actor escocés cuya estampa me atrapó desde el afiche, me la llevé a casa sin saber que me estaba llevando la lámpara de Aladino conmigo.  La peli se llamaba “Dear Frankie” y el actor Gerard Butler.  Puse la peli y me senté a mirarla.  A los dos minutos estaba googleando a este señor divino que se robaba la peli, a pesar de que el personaje principal es un niño sordomudo y su mamá.  El tipo hasta ese entonces no había hecho demasiadas cosas, pero después de esa filmó “El fantasma de la Opera” y ese dato bastó para ir corriendo a buscarla.  Luego alquilé Drácula y otra peli de bajo presupuesto (bastante mala por cierto).  Como ya había ocurrido en otras épocas, el googlear a mi actor favorito del momento me llevaba derecho a los foros de fans de los actores (fue el caso de Russell Crowe y Kenneth Branagh).  Así aparecí en el foro de este actor, mantenido por una temida Tamara, que ponía orden en ese gallinero donde había gente que le escribía cartas, le hablaban desde un post febril donde le preguntaban hasta el grupo sanguíneo a este pobre escocés que hasta ese entonces buscaba fama y fortuna en Hollywood sin demasiado éxito de taquilla.  Entonces reparé en un subforo español y dentro del mismo un subforo de argentinas.  Me pasé varios meses leyendo lo que escribían sin animarme a escribir una oración.  Me hacían divertir mucho, ya que entre los planes del grupo había uno muy bien diseñado para raptar al señor y clonarlo para tener muchos ejemplares similares.

Llegó el día en el que tomé coraje y escribí algo, previa presentación, ya que es muy importante presentarse antes de escribir media letra (primera regla de oro de un foro de fans).  Así que haciendo uso del “donde fueres haz lo que vieres”, les conté que había caído en las redes del escoces como una mosca dentro del dulce.  Me sorprendió constatar que esto se parecía más a un grupo de autoayuda que a un foro de fans.  Porque cuando uno descubre que el objeto de su deseo nunca estará en la cama de una, ni susurrará palabras tiernas en un escoces con un acento durísimo, se empieza a sufrir.  Pero por lo menos se sufre en grupo.  El tema es que a cambio de un poco de sufrimiento virtual, se van construyendo relaciones (sin saberlo) que están destinadas a perdurar en el tiempo más que esta subyugante adoración a un señor que tampoco es tan buen actor (visto a la distancia y con objetividad).  Eso sí, es un buen tipo y todas queríamos que le fuera bien.  Y le fue más que bien, se hizo famoso y cada vez fue más raro poder acercársele. 

En ese foro me entero de que había muchas cosas prohibidas, estaba prohibido hablar de sexo, del físico del actor en forma libidinosa y cualquier otro detalle que pudiera ofender al susodicho; aunque en realidad los posts estaban monitoreados por Tamara y sus secuaces de acuerdo a los standards de moral y buenas costumbres que la señora ostentaba.  Por eso me llamó la atención cuando me invitaron a pertenecer a un grupo llamado las “zuziaz”.  Estas mujeres habían aprendido a engañar a los traductores automáticos  español-inglés escribiendo adrede con faltas de ortografía.  Así aterricé en ese antro de perdición donde se hablaba de cualquier cosa siempre y cuando estuvieran mal escritas de forma tal de violentar las normas del lugar.  Luego comenzamos a reírnos de las cosas que algunas mujeres de otros países hacían para sentirse más cerca del escocés (estamos hablando de bañarse en un jacuzzi con una figura plástica a escala del escocés o de disfrazarse del personaje femenino del fantasma para besar una gigantografía a escala del actor).  Así fue como llegamos a los bancos de imágenes sin protección de algunas fanáticas que hacían cosas bastante ridículas.  Hicimos videos, compusimos poemas, y todo aquello que nos hiciera reír. 
Entonces decidimos migrar a un foro sin censuras, mantenido por un grupo de norteamericanas con sentido del humor, una suiza, varias italianas, españolas, canadienses y argentinas.  Fue así como aprendimos historia, geografía, cine y el actor quedó relegado a  un segundo plano.  Comenzaron a importar las personas.  Para ese entonces ya me había juntado un par de veces con mis coterráneas a quienes enseguida adopté como hermanas ya que estaban consumidas por esta pasión tanto como yo.  Nos pasamos películas, compartimos música, fuimos al cine y a festivales juntas y nació una amistad que trascendió las redes sociales, gracias a Dios.  

Entonces me invitaron a consumir literatura a la que yo me negaba porque nunca me cerraron las novelas televisivas, menos me iba a interesar en la típica novela rosa diseñada para hacer transpirar mujeres.  Cuestión es que me quedaba afuera de las conversaciones porque nuestro actor era el principal candidato a interpretar a Jamie Fraser, personaje principal de una saga de novelas tan bien escrita que cuando me retaron a leer diez páginas no pude parar hasta el día de hoy.  Ya escribí mucho sobre este personaje, ahora se está filmando la miniserie basada en el primer libro.  Pero lo gracioso es que como no se conseguían en nuestro país me empezaron a llover los pdf por las cuatro casillas de mail que tengo.  Luego una amiga acostumbrada a viajar y encontrar lo inencontrable me fue consiguiendo de a poco toda la saga en inglés.  Y las españolas me obsequiaron el sexto en castellano.

Pero cómo puede ser que algo sea la punta del ovillo que me haya llevado a compartir cumpleaños, navidades y pascuas con mujeres de todas partes del mundo?  Nos pasamos fotos de nuestros hijos, compartimos nuestras miserias y festejamos nuestros logros.  En diez años me pasó de todo.  Me separé, me divorcié, encontré trabajo y luego encontré al amor de mi vida.  Todo eso lo pude compartir con estas mujeres muchas de las cuales veo seguido y a otras me gustaría aunque las frágiles economías de nuestros países nos han puesto barreras que todavía no podemos derribar.  En el año 2007 dos amigas españolas se embarcaron en un avión y en escasas ocho horas aparecieron en el aeropuerto ante la mirada fascinada de las cuatro que las esperábamos acá.  Alquilaron un departamento por diez días y puedo asegurar que no existe spa en el mundo capaz de embellecer y curar lo que esas risas hicieron durante esa estadía.  Nos mirábamos y nos poníamos a cacarear como gallinas.  Poníamos las pelis del escocés con la excusa de compartir algo que había sido motivo de nuestra unión y terminábamos leyendo párrafos de la saga de libros “Forastera”.  Hacíamos la sobremesa de la cena hasta las cinco de la mañana hablando de todo lo que se puede hablar y aprovechando al máximo ese tiempo que sabíamos tenía fecha de vencimiento.  Caminamos por las calles de Buenos Aires, nos agarraron las tormentas, inundaciones, viajes interminables en colectivo, paseos por el Tigre y hasta pudimos compartir la película “300” en el IMAX y un festival celta (todo el mismo día).  Fue un pijama party de señoras de más de 25, con el niño interior vivito y coleando y unas ganas de vivir y disfrutar como yo no ví en mi vida.  Siempre hicimos participar mediante fotos y videos a las que no pudieron viajar pero que son el corazón de este grupo de locas inteligentes y divertidas que ya conozco hace más de diez años.

Y así seguimos, nos vemos para cumples, nos entreveramos en interminables cadenas de mails, tenemos grupos cerrados de Facebook, grupos de Whatsapp, nos hablamos por teléfono, en conferencia de Skype (lo hicimos un par de veces y creo que lo volteamos) y cuanta red social aparezca por el camino.

Una vive en Cipoletti, otra en Vicente Lopez, otra en Villa Urquiza, otra en Locarno, otra en Montreal, otra en Madrid, otra en Benidorm, otra en Nápoles, otra en Málaga, varias en USA y me debo estar olvidando de alguna localidad.

Bueno, y como si esto fuera poco, hace tres años y gracias a las redes sociales conocí a un señor muy bello, bueno, gracioso, generoso y divertido que ahora vive conmigo.

Y pensar que mi mamá me trataba de loca cuando en lugar de tomar sol me pasaba el verano en la computadora…

¿Otra vez leyendo ese libro?
¿Vas a ver esa película por enésima vez?
¿Cómo son amigas si no las conocés?

¿Cómo explicarle?

El video de la primer peli del escocés que me trajo tantas satisfacciones (ojo, me refiero a mis amigas!)


viernes, 11 de octubre de 2013

HOY HABLAMOS DE CLAIRE




Solo para fanáticos de la saga “Outlander” de Diana Gabaldon

Esta heroína de las novelas románticas de la Gabaldon se lleva todos los premios, al igual que su partenaire masculino.  Para quienes no conozcan la saga, la misma cuenta con siete libros donde el personaje principal es esta mujer que viaja un par de veces en el tiempo, la primera vez por error y la segunda para reencontrarse con su gran amor que está vivito y coleando en el año 1770.  El tipo es un highlander y en la primera entrega de la autora, la Sra. Claire es abducida por una especie de túnel del tiempo donde termina conociendo a este machote que no solo le salva la vida, de paso cañazo se convierte en su marido por obligación, del que termina locamente enamorada igual que todas nosotras y algunos hombres que también han leído estos libros.

¿Cómo describir a Claire?  Claire es sencillamente perfecta e imperfecta.  Fue enfermera y luego se convierte en médico (cuando regresa a su tiempo actual luego de embarazarse del escocés pelirrojo).  Cuando su  hija está lista para volar sola, le confiesa que su padre es un highlander que vivió hace dos siglos en Escocia y la hija, lejos de internarla en un Neuropsiquiátrico, la ayuda a hacer toda la investigación para conocer el paradero de su padre e intentar volver para reencontrarse con él.  Pero volvamos a Claire.  Claire sabe de todo.  Cocina un festín con una liebre, un pato o un poco de avena.  Sabe coser, es inteligente, fabrica penicilina con hongos, anticonceptivos con semillas silvestres y es una eximia cirujana.  El marido es parte de su práctica de cirugía ya que durante la totalidad de las entregas lo opera unas ciento cincuenta veces, lo sutura, le acomoda los huesos, le acaricia los huevos y demás especialidades.  Pero lo mejor de todo es que aplica su sabiduría de los años sesenta pero con la tecnología paupérrima del siglo donde los problemas se arreglaban a espadazos limpios y la gente rara vez llegaba a cumplir cuarenta años.  Cura plagas, cura caballos, atiende partos de cerdos y los niños de todas las mujeres de la familia y hasta es capaz de hacer revivir sin desfibrilador a una vieja que murió hace 3 días y la están velando. 
Como amante no tiene rival en el planeta.  Es sumisa cuando él se lo pide y simplemente la acorrala contra una pared.  Es salvaje cuando está caliente como una pava hirviendo y describe cada detalle del cuerpo de su marido con una precisión de médico forense (con la diferencia que este está vivo, el precioso, perfecto y toda lectora quiere al menos un polvo de él).  Ella sabe lo que a él le gusta y está dispuesta siempre a dárselo.  No existe una sola página de esos libros donde ella le diga “me duele la cabeza” o “estoy con la regla” o “estoy cansada”.  La libido de Claire es un tren bala que solamente necesita que el pelirrojo la mire fijo con los ojos rasgados para que ella se ponga en pelotas predispuesta a brindarle la mejor de las noches.  Además, ella siempre está perfecta, sucia o limpia, gorda o flaca, peinada o despeinada; la tipa sabe que es la miel de esa abeja llamada “Jamie Fraser” y disfruta de esa relación a pleno.  No tiene problemas de lugar ni espacio.  Puede darse en un granero, sobre la mesa de la cocina, en la orilla de un río, sobre un bote, una balsa, una cama marinera de un barco, arriba de un caballo o simplemente en la cama matrimonial.  El tema es darle para que tenga y guarde, por si a él se le ocurre lastimarse y está varios días sin poder satisfacer los deseos de su esposa.
Pero no todo es perfección en la vida de Claire.  Porque ella también tiene sus defectitos y el principal, a mi entender, es ser una reverenda desobediente que se somete a todo tipo de peligros aun cuando siempre es advertida por su adorado esposo.  Si él le dice “quédate acá” ella va a ir definitivamente hacia allá.  Si él le dice “quédate adentro de la cabaña” ella saldrá disparada como cohete a la luna hacia el medio del bosque nevado, en camisón, descalza y con veinte grados bajo cero.  Además, tiene un talento innato para meterse en problemas, problemas que obligan a su señor esposo a meterse en  más problemas y alguno de los dos lastimados.  El sufre como un condenado porque a lo largo de treinta años de matrimonio ella estuvo al borde de la muerte unas veinte veces.  La raptan, la cagan a trompadas, la violan, se contagia todas las pestes, la meten en la cárcel, la quieren quemar en la hoguera por bruja; en fin, siempre resulta un pajarito herido al que Jamie envuelve en su plaid y cuida pacientemente rezando en gaélico para que los Dioses se la devuelvan con vida otra vez.  Nunca he leído a un tipo llorar tanto como al marido de Claire.  Llora y luego se enfurece.  Luego se carga a toda aquella persona que pudiera haberle hecho daño a su amada y cuando ella tiene una fiebre que no supera los 39 grados y está en condiciones de hablar le hace el amor de una manera que no tiene descripción en el diccionario.  Así que uno está deseando que esta mujer vuelva a estar en peligro para leer otro polvo majestuoso de esos que la Gabaldón sabe describir con tanta habilidad.

Pero ojo, no nos creamos que no tenga su carácter.  Ella es una rebelde con y sin causa, lo cual a veces también provoca la ira de su marido.  Es caprichosa, quiere salirse con la suya y lo pelea hasta volverlo loco.  Sobre todo en los primeros libros, donde existen varias escenas de desencuentros, celos y arrebatos de furia de ambos protagonistas, ella no tiene ningún problema en mandársela a mudar caminando por un oscuro bosque o al borde del precipicio, furiosa y con ganas de matarlo.  Probablemente él se quede unos cinco minutos y luego salga cabalgando a buscarla para darle un par de chirlos en el culo que siempre derivan en otra escena de sexo de esas que uno recrea en la cabeza una y otra vez.  Se sacan chispas pero se atraen como dos imanes.  Y además son compasivos, generosos y la cabeza de un clan al que dirigen y sacan de apuros una y otra vez.

Claire es la esposa perfecta, la madre ideal, la amante de lujo, la médica que todos quisiéramos tener, la abuela de ensueño…la heroína más grande que haya escrito alguien que quiere que sus lectoras deseen fervientemente ser un poquito como Claire.


Se está filmando la miniserie correspondiente al primer libro, la foto de Claire pertenece a Catriona Balfe, quien ha sido elegida para protagonizar a nuestra heroína.