domingo, 27 de julio de 2014

LA MALDAD







Ensayo sobre algunos rasgos de la condición humana

Intentado razonar sobre la motivación que incita a una persona a ejercer y/o infligir algún tipo de daño material, psicológico o espiritual a otra; pude observar que existen ciertos rasgos que se repiten en aquellas que dedican a hacerle la vida miserable a los demás.  Pero lo que más me llama la atención, es el caso de esos individuos que sin motivo alguno, eligen un objetivo para convertirlos en blanco de su destilería de veneno.  Puedo entender perfectamente el “ojo por ojo”, si alguien devuelve gentilezas veo la motivación aunque la justifique o no, dependiendo del caso.  Pero no logro decodificar a aquellos seres que se meten con alguien del que no saben nada o que simplemente no les ha dirigido ni siquiera la palabra, menos aún una mirada.  Pero la realidad es que a través de los años me he cruzado con un puñado (chico, gracias a Dios son minoría) de personajes que dedican sus vidas a cagarle la vida al otro.



La génesis del maldito

Bichos malos en la adolescencia y la juventud, uno no puede imaginar que en la infancia hayan sido letales.  Ningún niño pequeño lo es; de mostrar alguna característica malvada, se puede inferir que la criatura en cuestión estuviera comenzando a copiar actitudes de su entorno (escolar, familiar, social).  Salvo casos de enfermedades psiquiátricas severas, los chicos son inimputables.  Pero se podría pensar que ese niño es la semilla del adulto que un día va a desarrollar cualidades negativas y nefastas para sus congéneres si estuviera sometido a abusos por parte de algún miembro de la familia o sufriera privaciones que le dejaran heridas lo suficientemente profundas como para querer desquitar su ira aplicando la Ley del Talión a ignotos, incautos e ilustres desconocidos que no logran salir de su asombro cuando reciben sus viles ataques.  Podríamos decir entonces, que el nacimiento del “sorete” de libro, es una persona que en su infancia ha sufrido y merece en primera instancia nuestra compasión y solidaridad.  La persona que es mala como adulto, encierra a un niño al que le ha faltado amor, compañerismo, alimentos, juguetes, ternura, abrigo o han padecido alguna clase de abuso por parte de hermanos mayores, tíos, abuelos, progenitores, docentes, etc.  Con esto no quiero decir que todas las personas que fueron abusadas o han sufrido falencias en su infancia, necesariamente se van a convertir en una porquería de ser humano.  Sólo imagino esto, como la única explicación posible para la maldad per se.   De otra manera, me resulta inexplicable que alguien pueda gozar lastimando a otro ser vivo, salvo a una cucaracha (debo confesar que he pisado unas cuantas sin cargo de conciencia).

Malvados, trastornados y diabólicos (receta infalible para detectarlos). 
Si encontrás más de tres ítems probablemente estés enfrentando a un flagelo importante para la raza humana, mi consejo es que te resguardes en lugar seguro hasta que dirija sus gentilezas hacia otro objetivo.  O bien dediques tu tiempo a joderle la vida.  Tu tiempo vale mucho, yo no lo desperdiciaría en eso; pero cada quien es cada cual y sobre gustos…los colores.

Falta de amor: La persona que rompe las pelotas no ha encontrado todavía a alguien que lo ame lo suficiente como para salvarlo y entretenerlo.  El amor cura la maldad, la neutraliza.  La persona que se siente amada (ya sea por una pareja, amigos, parientes, etc.) y retribuye amando, pierde el interés en cuestiones pueriles y en el chiquitaje diario que lo saca de ese estado “OMMM” y le otorga ese resplandor de felicidad en la cara que tanto apabulla a quienes no conocen el amor.  Esto no significa que no hayan formado pareja, generalmente necesitan de compañía porque no soportan estar solos, es jodido estar con uno mismo cuando uno mismo es un ser aburrido, vacío y carente de motivaciones positivas tales como talentos, pasiones o hobbies que enriquezcan la vida.  En ese caso, buscarán aparejarse con la primer persona que se les acerque sufriendo la frustración de tener la absoluta certeza de que conviven con un placebo, un muleto; alguien que ocupa un lugar vacío como la butaca del colectivo o el cine.  Simplemente un hueco tapado con papel higiénico para que no penetre el frío de la soledad.

Falta de sexo: La persona que no tiene actividad sexual, autogestionada o con partenaire; o la vulgarmente conocida como “mal cogida” es condición sine qua non en este tipo de personajes.  No significa que no exista actividad sexual, a veces existe en cantidades industriales; pero como son personas con poca autoestima, se dedican a complacer al otro antes que a ellos mismos (ya sea para retener a una pareja o en un intercambio de favores y fluídos que poco tienen que ver con el goce y la plenitud sexual).  La persona “bien atendida” como se la suele nombrar, ha invertido sus energías en satisfacer sus pulsiones sexuales, no tiene resto para enroscarse en cosas que podrían robarle esas endorfinas ganadas en el polvo monumental de la noche anterior.  Esa sensación de tranquilidad, paz y alegría que deja un buen estampamiento funciona exactamente igual que una vacuna contra el quilombo.  Nadie en su sano juicio está dispuesto a perderla buscando mierda para joderle la vida al otro.

Baja autoestima: Estos individuos no están satisfechos con lo que son, no están orgullosos de lo que fueron y probablemente deseen ser como alguien más.  El problema radica en que no saben cómo.  No se quieren, no se respetan, no se miman ni invierten medio segundo de sus vidas en conocerse, entenderse y descubrir sus pasiones.  No disfrutan de nada en particular que no los perjudique de alguna forma.  Por eso se autocastigan sin siquiera registrarlo.  Se vinculan con gente tóxica, forman relaciones de pareja abusivas y suelen caer en vicios o adicciones que terminan perjudicando su salud y relaciones interpersonales.  Probablemente estén en la búsqueda desesperada de objetos materiales que satisfagan momentáneamente ese hambre espiritual del que no pueden deshacerse porque el vacío que sienten no se aloja en un lugar físico ni se resuelve con una bandeja de sushi o un Smartphone.  Se entiende, quedarse solo con uno mismo y no poder enfrentar la imagen que devuelve el espejo sin bajar la cabeza con vergüenza o resignación debe ser durísimo.

Ausencia de pasión: Con pasión no me refiero a la pasión devenida del sexo o el amor.  Me refiero a la pasión por algún deporte, hobbie o actividad que uno hace para uno mismo en franco acto de amor propio.  He conocido gente que toca instrumentos musicales, devora libros, consume cine en megadosis.  Gente que ama un deporte y lo practica toda vez que tiene media hora libre.  Personas que se cargan la mochila al hombro y salen a vivir aventuras porque aman la naturaleza y están ávidas de aprender todo sobre aquello que los fascina.  Gente que estudia sin la motivación obvia del dinero, lo hacen para conocer, para trascender fronteras y alimentar el alma antes que el culo.  Existen personas que además de cultivar una pasión, y a modo de bonustrack, invierten su tiempo en forma altruista para ayudar al prójimo.  Personas que disfrutan llevando alegría a un hospital infantil disfrazadas de payasos o acompañando toda la noche a un enfermo que no tiene un ser querido que le alcance un vaso de agua.  En fin, el apasionado no pierde tiempo para romperle las pelotas a otro.  Tiene mejores planes, cosas mejores para hacer.

Insatisfacción crónica: Al turro de pizarra no hay poronga que le venga bien (perdonando la expresión).  Por eso nunca se llenan coleccionando objetos materiales, nada les alcanza, siempre quieren más…aunque no sepan bien más de qué.  Generalmente quieren lo que ven, y sobretodo lo que ven en las manos de otro.  Y como el deseo no es genuino, una vez que tienen eso en las manos pierden ferozmente el interés en el objeto.  Ven el vaso medio vacío siempre.  Siempre falta.  No se sabe bien si es una falencia que arrastran de una infancia árida, me inclino a pensar que no.  En general es todo lo contrario, ya que quienes han sufrido la falta de cosas materiales suelen valorar y disfrutar mucho más lo obtenido con esfuerzo.  Más bien es la falta de alguna persona del entorno familiar que les enseñe a ser felices con la mano de la baraja que toque.  He visto personas con un poder adquisitivo enorme y sin embargo no le han encontrado la vuelta a la alegría.  Y he visto gente con escasos recursos disfrutando de la vida con una fuerza y un entusiasmo que muchas veces envidia aquel que lo tiene todo y no sabe qué hacer con eso.

Envidia: Muy probablemente, aquel que se ha puesto como objetivo romperte las bolas, quiera algo de lo que vos tenés.  Si van a por vos, es porque vos sos una foto caminando de algo que les apetece.  Puede ser algo material, algo social o algún rasgo de tu persona que necesitan emular.  La envidia es un motor muy potente para aquellas personas pobres de espíritu, que lejos de alegrarse con el logro del otro, sienten la compulsión de joder al que se puso de novio, cambió el auto o estrenó ropa nueva.  Por eso se encargan de desacreditar aquello de lo que ellos carecen y que a los demás les sobra.  Llámese televisor LED, un sándwich de milanesa o un laburo nuevo; estas personas están diseñadas para encontrarle la mosca a la sopa, el color horrible al auto del vecino, la celulitis de la “amiga”, el naso del novio de aquella y la poca guita del trabajo nuevo que acaba de conseguir el que fue convocado a trabajar en tal Banco porque es un cráneo.  Más ocupados en desvalorizar que en averiguar la receta para alcanzar alguna de las metas que los demás consiguen sin mirar para los costados, estos individuos son amigos de lo ajeno, pero exclusivamente en las buenas.  Eso significa que quieren eso, pero no piensan invertir un gramo de cerebro ni esfuerzo (ni que hablar de trabajo) para obtener aquello que tanto desean.  Como no están dispuestos a andar ese camino hacia el objetivo deseado, lo más probable es que se inclinen a nivelar para abajo poniéndose como meta que el otro pierda aquello que a ellos les da tanta bronca que tengan.

Sentimiento de que se les adeuda algo o están para más: Esta gente tiene una sensación de que alguien (llámese Dios, la suerte, el destino, la pareja o el jefe) les debe algo.  Al principio es una sensación, luego se convierte en una certeza y con el correr del tiempo una deuda que están firmemente dispuestos a cobrar.  Si la cuñada tiene una cartera de cuero, el personaje en cuestión va a convertir esa cartera en una deuda a cobrar a su pareja sin pasarle por la cabeza el hecho de que a lo mejor esa cartera se la compró con su sueldo porque es útil haciendo lo que hace o bien se la regaló su marido porque es una compañera de la ostia y no un volquete de reclamos con cara de orto.  Todos les deben algo.  Lo más probable es que con alguna gente utilicen una ofensiva sutil, sugiriendo todo el tiempo aquello que quieren y desean (ahora YA) o bien pelarán la víctima indefensa con cara de María Magdalena y un llanto desproporcionado que invita al varón caballero a salir corriendo para proteger a la damisela en peligro comprando una cartera de tres mil pesos. A algunas y algunos les funciona bastante bien por un tiempo, pero el gato de Shrek, de mirada lánguida y ojos tiernos no tarda mucho en mostrar las garras y su verdadera naturaleza (que es más parecida a un dragón de Komodo que a un gatito en peligro).  Los hombres también suelen pelar estrategias de este estilo argumentando que no pueden sacar a pasear a su novia porque no tienen un mango o están volando de fiebre cuando en realidad las castigan porque la última vez que salieron no fueron lo suficientemente “gauchitas”.  Otra vez, la deuda, o “yo estoy para más que bancarme esto”.  Pero como suelen ser gente mediocre y de escasos recursos mentales, la salida más fácil es convencerse de que la pelota está en la cancha del otro, el otro es el que tiene el poder de otorgarles aquello que necesitan y si no se les da pondrán la culpa en el patio ajeno.

Necesidad de agrupamiento: Estas personas necesitan desesperadamente encontrar aliados, gente a quien transmitir su dogma de odio y resentimiento.  Es por esto que se los ve continuamente haciendo lobby y desparramando un cuento distorsionado de la realidad; la realidad que ellos quieren que el otro vea, para llegar a sus objetivos.  Entonces se rodean de gente de poco raciocinio, escaso sentido común y valores similares a los que ostentan ellos para recitar su evangelio según “yo el resentido al que todos le deben algo, pobrecito yo” en una suerte de analogía del flautista de Hamelín (la flauta es un instrumento que esta gente maneja de maravillas) con el fin de que un enjambre de ratas adormecidas acepte y obedezca sin cuestionamientos sus venenosas diatribas y sus jugarretas tóxicas.  Es muy común que utilicen a las personas a quienes cooptan para sus fines, con recursos reprobables y las utilicen como piezas de ajedrez para llegar a concretar sus planes.  Así es como se los puede ver cual Yago en “Otelo”, derramando su ponzoñosa verborragia en secreto de un oído en otro, enfrentando a gente que apenas registra este juego vil que de a poco los convierte en cómplices de un enfrentamiento social/pelea familiar/crisis laboral al que nunca hubieran entrado de haber visto en el primer momento la maniobra a la que fueron expuestos. 

Mentirosos compulsivos: Este tipo de personas usa y abusa de la mentira en todos sus grados y colores.  Desde la mentira blanca hasta la más ominosa de las elucubraciones, esta gente está dispuesta a fabricar todo tipo de argumento sin fundamento para lograr que dos amigos se distancien, una pareja les perdone algunos deslices o un jefe los considere para otorgar algún tipo de excepción o favor.  Habilidosos para el engaño, estos especímenes suelen arrastrar en su telaraña a personas de buenas intenciones pero poco carácter con un alto grado de credulidad, ingenuidad y necesidad de apoyo.  Se valen inescrupulosamente del débil  y de aquel que puede servir a sus fines (ya sea porque tiene poder, acceso a información, dinero o es la pieza que se necesita cual peón en el ajedrez para escalar).  Por supuesto, en cuanto la persona utilizada intuye el juego, será sacrificada y arrojada al extremo opuesto del tablero convirtiéndose instantáneamente en alguien a quien fagocitar para llegar hasta el objetivo.

Simulación permanente: Gente como la que estamos describiendo no puede mostrarse tal cual es ante la sociedad.  Es así como arrastran un personaje por la vida que muchas veces pesa tanto que termina por caerse de vez en cuando y revelar brevemente su verdadera naturaleza.  Todo lo que hacen, cómo se visten, hablan y se manejan con los demás (fuera de la fortaleza hogareña y a veces ni siquiera) es camaleónico.  Pelan en segundos la cara que necesitan de acuerdo a la necesidad del momento.  La víctima, el ganador, el inseguro, el docente, el buen samaritano, el religioso, el experimentado, el frágil, el vivo o el inofensivo.  Todos los disfraces del Colón en una sola persona que actúa frente al espejo la cara que va a poner al día siguiente para convencer a su socio de algo para obtener una ventaja.

Ventajeros: El famoso dicho “este no da puntada sin hilo” se refiere precisamente a esta cualidad, sacar ventaja en forma deshonesta de toda situación que se lo permita.  Están entrenados para este fin, como quien juega al tenis desde los tres años; estas personas tienen un talento increíble para quedarse con los vueltos, vender pescado podrido y encontrar la grieta donde colarse para terminar primeros en la fila hacia aquello que desean.  La tajada más grande, el sillón más cómodo, una compra que jamás terminan de pagar abusando de la confianza del vendedor; cualquier situación de intercambio de dinero los tiene operando hábilmente para rapiñar antes que nadie lo que quieren y por supuesto, con el mínimo esfuerzo posible.

La ley del menor esfuerzo: Aquel que pulula por la vida con poca o nula ocupación, buscando el dinero fácil y alimentarse del trabajo ajeno es de por sí alguien de quien cuidarse.  Porque el que se dedica a agenciarse lo que corresponde, está abocado pura y exclusivamente a cumplir sus tareas de la mejor manera posible para ganarse su sustento y cuidar su trabajo.  Es raro ver gente inteligente y útil dedicada a sembrar discordia y desparramar sus miserias llevando y trayendo información mentirosa útil a sus fines más despreciables.  Es justamente el inadaptado, el mediocre y el carente de talento e iniciativa; quien debe valerse de estas maniobras para reemplazar aquello de lo que carece, gastando la menor cantidad de energía y obtener así un inmerecido rédito.

Como última cualidad, podríamos destacar la rabia y frustración subyacente que se cocina a fuego lento en el interior de estas personas como un guiso que crepita dentro de una olla a presión a punto de estallar.  Tarde o temprano sucede que al “carancho” se le acaban los trucos y tienen que repetir la misma acción que alguna vez le diera resultado, pero que a la larga termina por evidenciar su estrategia pedorra…arrojarse arriba de un auto, fisurarse un dedo de la mano cobrando un seguro que le permita  continuar obteniendo lo que los demás tienen, sin mover ese y ningún dedo.

Una cancioncita que los describe…



LETRA Y MUSICA DREAD MAR I

Nunca peleas por tu vidaa 
y esa es la verdad 
Siempre prefieres 
lo facil, eso es realidad 

Y el malvado no te ayudara 
el malvado de ti se reira 
el malvado no te ayudara 
el malvado de ti se reira 

Mira al cielo ahora 
o pronto caeras 
mira al cielo ahora 
o el tren se pasara 

porque el malvado no te ayudara 
el malvado de ti se reira 
el malvado no te ayudara 
el malvado... 

Todos sacaran provecho 
de tu debilidad 
depende de ti vivir como un raton 
o como un gran leon luchar 

porque el malvado no te ayudara 
el malvado de ti se reira 
el malvado no te ayudara 
el malvado...