miércoles, 7 de enero de 2009

LÁGRIMAS DE COCODRILO

Cuando llorar es la máxima expresión en el arte de manipular
Manipuladores profesionales, los “lágrimas de cocodrilo” son personajes a los que uno preferiría tener a unos 250.000 Km. de distancia (si es posible en Vega o Urano). Sobretodo, cuando uno es permeable a esas lágrimas que le estrujan el corazón y le revuelven las tripas. Aquellos que no son inmunes a estas manipulaciones devenidas de la ingeniería psicopatera más fina y rebuscada, suelen caer de cabeza en estas tramas complicadas haciéndolos cargo de situaciones que no sólo no han propiciado, tampoco les corresponden. Pero son carne de estos cocodrilos, los huelen a distancia como el perro de caza que estira el rabo y apunta el hocico hacia el pollo que estamos descongelando (antes que la grasita del culo entre en erupción y desparrame olor a ave, inexplicablemente). Es más fuerte que ellos, son su platillo favorito y los fagocitan mucho antes de que caigan en la cuenta que han sido devorados por una tierna historia donde impera la injusticia y sobran los mocos.
Así como los lagartos, caimanes y todos sus parientes cercanos invierten gran parte del día en permanecer inmóviles esperando el momento justo para abrir las fauces y devorarse a ese patito que pasaba nadando, incauto; los “lágrima” pasan sus días inadvertidos esperando a sus posibles víctimas. Se les arrimarán sin hacer ruidito a agua, ni demasiado escándalo. Son enemigos de la confrontación y le escapan a quienes les hacen frente (o preguntas incómodas). Por eso se acercan a gente que suele esquivar los problemas por naturaleza y que huye de la confrontación (pero por motivos de higiene mental más que cobardía). Es un trabajo fino, que requiere concentración y el rodeo; jamás van al grano…más bien revolotean sobre la presa como cuervos hambrientos.
Una vez que eligen a aquel que puede aportarles algún beneficio, ya sea monetario, amoroso o algún servicio en particular que les pueda ser de utilidad; los “lágrima” se acercarán con sigilo, en puntitas de pie y sin levantar mucha espuma. Tal es el grado de sutileza que emplean los “lágrima” que para cuando sus víctimas se enteran que tienen la manzana rodeada necesitan una linterna (para ver dentro del estómago como Pinocho en la barriga de la ballena) o pomadita para el trasero (que comienza a arder).
¿Cómo saben que una persona responderá como ellos quieren?. Fácil. La víctima se delatará solita.

Características de los “permeables” a “lágrimas”

Es gente que suele llevarse bien con su entorno y no se destaca por tener un prontuario de conflictos grossos en su haber.
Obedecen las leyes.
Respetan a sus mayores y a su prole.
Poseen un alto grado de acatamiento a las normas y a sus superiores (ya sea en la escuela, universidad o trabajo).
Verbalizan que han sido víctimas de gente inescrupulosa que ha abusado de su generosidad, en el pasado.
Demuestran una gran dosis de altruismo, seguramente están abonados a Greenpeace, donan dinero a Unicef o simplemente llevan mercadería a la Parroquia toda vez que pueden.
Adoran a las mascotas.
Las mascotas los adoran.
Disfrutan de la vida en general y lo ponen de manifiesto expresando su alegría (arma de doble filo ya que los “lágrima” les entrarán por el lado de la culpa sin el más mínimo atisbo de compasión ni empatía).
Conformistas, aceptan lo que les tocó sin dejar de lado sus sueños (que suelen ser bastante más realistas que los de los “lágrima”).
Son sensibles a los documentales sobre corridas de toros, leonas devorando cebras y lloran a mares con el reencuentro de “Nemo” (el famoso pez payaso de Disney) con su papá.
Tienen tal grado de vocación de servicio, que en los restaurantes ayudan al mozo a levantar la mesa, en las catástrofes ordenan el tráfico de agua mineral y son los primeros en ofrecerse para cuidar a la Nona o hacerse cargo de la tarántula que apareció en el living (capturándola en un frasco para liberarla en el jardín, como corresponde).
La cara los vende, se parecen al perro de la gráfica de Hush Puppies.
Hasta la policía los detecta, jamás los detienen para pedirles identificación porque a simple vista son más buenos que el Quaker.
Son buenudos (y no es un elogio).
Tienen el detector de “hijos de perra” descompuesto de fábrica, ni Darth Vader ni Hitler les parecen demasiado malos; uno por corrupto tentado, celoso que cayó en el lado oscuro de la fuerza y el otro por conflictuado que se fue de mambo luego de contagiarse sífilis de una prostituta judía. Como si eso fuera suficiente excusa...
Les encantan los cachorros de todas las especies, sobretodo los humanos.
Cantan cuando trabajan.
Sonríen en los finales felices, aún cuando esa felicidad le pertenezca a otro (cualidad que brilla por su ausencia en los "lágrima").


Herramientas frecuentemente utilizadas por los “lágrima”

La lágrima, esa lágrima que dejarán correr libremente, sin enjugar para que pueda ser atestiguada por una gran audiencia. Jamás se esconderán con vergüenza, a llorar sus penas en el anonimato o a la sombra de algún árbol alejado.
Culpan a todo el mundo de sus desdichas. El plomero los cagó, la expareja los jodió, la maestra les enseñó mal, el Juez no leyó bien el expediente, el policía se equivoca, el cajero les tragó la tarjeta, el inquilino no les paga, los hijos no aprenden, los padres no ayudan, el portero se mete, la vecina los espía, el Jefe no reconoce sus méritos, el farmacéutico les dio mal el remedio, el médico no sabe nada, el mozo trajo la pizza fría y el vendedor de celulares le encajó un buzón que no funciona.
Utilizan la pena que provocan en el otro, para sacar partido de las situaciones. Anteponen los intereses de sus hijos o sus padres y hacen cualquier cosa en nombre de ellos. "El nene quiere ir a taekwondo, vos que sos la abuela deberías pagarle las clases ya que yo no puedo (voz en off: así yo puedo gestionarme esas veinte sesiones faciales de punta de diamante)".
Provocan premeditadamente la culpa del que, según ellos, tiene más suerte. “¡Qué suerte que te compraste esos zapatos…yo no pude, me debitaron dos veces la factura del teléfono…quién sabe cuándo me devuelvan ese dinero!”
Se lamentan constantemente de su mala fortuna, de sus malos negocios, de sus pésimas inversiones, de sus desamores y del destino que siempre les juega una mala pasada y los deja culo para arriba.
Pretenden, más bien exigen, que los “permeables” se comprometan a sacarlos de sus miserias. Comienzan pidiendo por favor, hasta que la costumbre convierte el favor en hábito y luego en obligación.
No son agradecidos, toman lo que se les ofrece y luego quieren más. Si no reciben lo que esperan montan en cólera y arremeten contra el que hasta ayer era una pieza removible de su juego de ajedrez cotidiano.
Fingen lo que no son, buscando la satisfacción de sus necesidades, pero una negativa puede hacer caer la careta de los “lágrima” para dejar ver la auténtica cara del cocodrilo.
Viven sus vidas intentando con compulsión, que los demás hagan por ellos, lo que ellos no están dispuestos a hacer por ellos mismos.
Claudican. Se cansan. Se rinden. Y cuando eso sucede salen a la pesca de su nueva presa.
Suero antiofídico recomendado: Pronunciar la máxima de Moria Casán "si querés shorar, shorá". Hacer mutis por el foro y dejar de ser parte de la audiencia.

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