NORBERTO SANCHO PANZA (deplorable caricatura de un ser de
carne y hueso)
Norberto se cree la última Coca Cola del desierto. Alguien por ahí le dijo que era bonito y vivo
(la madre probablemente) y él se lo creyó.
Así es que este sujeto se mueve por la vida pensando que solamente él
tiene la razón en sus manos y la realidad está pintada del color que él la ve
(que depende del color de los cristales que se haya puesto esa mañana).
Comprador compulsivo, Norberto cree ser el último grito de
la moda porque no para de comprar ropa de marca; lo que él ignora es que la
elegancia no tiene nada que ver con el logo de una de las 95 camperas que
cuelgan de sus percheros. Adicto a las
páginas de compras de internet, Norberto no para de desear y comprar todo
aquello que se le cruce delante de los ojos.
Si es preciso se endeudará hasta las orejas y luego se pasará diez años
sin crédito por registrar antecedentes negativos. Pero eso no parece importarle ya que en su
loco desenfreno de compra compulsiva, el fin justifica los medios y ese sweater
de El Cardón vale su peso en oro.
Tacaño como pocos, Norberto llega al puesto de Gerente
porque la firma donde trabaja se queda con una vacante que no puede cubrir por
un sueldo por debajo del mercado.
Entonces le otorga una vacante interina que jamás puede cubrir. Así es como Norberto llega a la Gerencia,
falto de méritos propios y a ocupar una silla que no estaba destinada a ser
suya. Así como fue creciendo la demanda
del producto que vendía la empresa que empleaba a Norberto, también crecía en
forma exponencial su egocentrismo, su barriga y su inclinación por el acoso
sexual y el pavoneo constante delante de sus compañeros de trabajo. Pavoneo basado en una diatriba barata sobre
cualquier tema que tocaba de soslayo y con una superficialidad que rayaba la
comicidad del Oso Arturo. Rara vez
Norberto, siendo el empleado con más sueldo en su sector, tenía cambio a la
hora de colaborar con el regalo de cumpleaños de un compañero. Solía mostrar su billetera vacía apelando a
gastos del día que lo pudieran eximir de hacer su contribución para el regalo
de un compañero. Eso sí, agradecía con
discursos elocuentes su propio regalo de cumpleaños, basado en contribuciones
de empleados que ganaban una décima parte de lo que él percibía mensualmente;
pero a la hora de descolgarse con dos docenas de facturas o una torta siempre
había una buena excusa para no compartir lo que el resto hacía
habitualmente. Siempre que se ofreció
una cena o una picada por un objetivo logrado, se colgó los laureles al hombro
aunque siempre abonó la cuenta con dinero de la empresa. Ha llegado a arrastrarse comprando una tabla
y un cuchillo con tickets de la empresa, para cortar salamines en un ágape
empresarial, avisando a quienes quisieran escucharlo que esos utensillos le
pertenecían.
A Norberto las mujeres lo pueden, un par de tetas y un culo,
hasta de una mula en un establo le cierran.
Ha baboseado a clientas y empleadas por igual, enviando correos de alto
voltaje erótico con el sello de la empresa a facturistas de post venta y Jefes
de Sector. Regodeándose en anécdotas
donde el protagonista es él, deseado y admirado por un público femenino de
fábula (creada por él); solía arrancar los suspiros de alguna mujer que
estuviera necesitando un proveedor que le pague las facturas para llegar a fin
de mes. Porque ese fue el arrastre que
siempre tuvo, mujeres faltas de iniciativa propia con ganas de capturar un
idiota con una billetera llena que pudiera satisfacer demandas a corto
plazo. Después de un matrimonio, una
convivencia, dos hijos y varios traspiés; logró caer con total destreza en las
garras de una vividora serial a la que faltó hervirle el conejo al más puro
estilo “Atracción Fatal”. Le compró un
auto, la puso a trabajar para él y le sirvió los clientes en bandeja. Por supuesto se compró un problema que le
tomó un año arreglar mientras se olvidaba de trabajar para amordazar a la
damisela en cuestión, quien amenazaba con dejarlo en la calle gritando
obscenidades en el parking de la empresa.
Luego llegaría una cuarta convivencia con una mujer carroñera
a la que le llevó menos de un mes para que Norberto terminara pagando los
colegios de tres críos de dos padres diferentes. Entonces dedicó su vida a comprarle todo
aquello que la mujer le solicitara, además de mantenerla con sus tres críos y
cambiara pañales con mierda ajena a cambio de un par de polvos deplorables ya
que la hembra en cuestión mantenía sus relaciones amorosas fuera del hogar
preservando para Norberto las caras de culo exclusivamente.
Así fue como Norberto, una vez más solo, se dedicó a
masajear empleadas, acomodar mechones de pelo detrás de las orejas, dar besitos
interminables repletos de baba a empleadas que declararon aguantar semejantes
demostraciones de afecto a cambio de potenciales clientes y operaciones que
pudieran aumentar sus ingresos ostensiblemente.
Pasados los cuarenta, Norberto solitario y perdido en la vida, ocupaba
sus fines de semana saliendo a bailar con empleados de veintipico que le
festejaban sus bromas y sus copas de más sabiendo que el lunes contarían con
algún beneficio extra con respecto al resto del personal. Salió con varias dentro y fuera del ámbito
laboral, solamente para contarlo el lunes; o simplemente lo inventó para poder
regodearse con el cuentito al lado del dispenser de agua ya que la tía de una
de sus empleadas que tuvo el disgusto de compartir cama con el susodicho alegó
(textualmente) “en la cama va patrás” en franca alegoría a sus paupérrimas
dotes amatorias.
Así como se ocupó de inflar los egos y las magras
capacidades de su séquito de obsecuentes aduladoras, también supo despreciar a
quienes trabajaron codo a codo haciendo más de lo que les correspondía y parte
de su trabajo para que él pudiera acortar su jornada laboral cumpliendo con
escasas cinco o seis horas. Demás está
decir que cuando estuvo, se dedicó a jugar en el Facebook con su celular y a
comprar cosas por internet con un apetito insaciable por cualquier cosa…desde
tecnología hasta perros, pasando por motos, cascos y ventanas. Con una incapacidad total para disfrutar de
lo propio, es proclive a desear todo aquello que ostentan los demás y dedica su
vida a adquirir todo lo que le falta.
Pero la suerte de Norberto tiene fecha de vencimiento, la
miserabilidad y el egoísmo se pagan en esta vida, también se pagan el maltrato,
la desidia, la incapacidad y la soberbia.
Quizás no la vea venir, quizás pueda pilotearla por un tiempo, pero el
karma está ahí, a la vuelta de la esquina.
Acechándolo para cobrar facturas vencidas. No es fácil tocarle el culo a tanta gente y
salir inmune de la situación. Ni meter la
mano en el plato ajeno.
Buena vida Sanchez Panza!!!
Nos vemos en Disney!
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