Ensayo sobre algunos rasgos de la condición humana
Intentado razonar sobre la motivación que incita a una
persona a ejercer y/o infligir algún tipo de daño material, psicológico o
espiritual a otra; pude observar que existen ciertos rasgos que se repiten en
aquellas que dedican a hacerle la vida miserable a los demás. Pero lo que más me llama la atención, es el
caso de esos individuos que sin motivo alguno, eligen un objetivo para
convertirlos en blanco de su destilería de veneno. Puedo entender perfectamente el “ojo por
ojo”, si alguien devuelve gentilezas veo la motivación aunque la justifique o
no, dependiendo del caso. Pero no logro
decodificar a aquellos seres que se meten con alguien del que no saben nada o
que simplemente no les ha dirigido ni siquiera la palabra, menos aún una
mirada. Pero la realidad es que a través
de los años me he cruzado con un puñado (chico, gracias a Dios son minoría) de
personajes que dedican sus vidas a cagarle la vida al otro.
La génesis del maldito
Bichos malos en la adolescencia y la juventud, uno no puede
imaginar que en la infancia hayan sido letales.
Ningún niño pequeño lo es; de mostrar alguna característica malvada, se
puede inferir que la criatura en cuestión estuviera comenzando a copiar
actitudes de su entorno (escolar, familiar, social). Salvo casos de enfermedades psiquiátricas
severas, los chicos son inimputables.
Pero se podría pensar que ese niño es la semilla del adulto que un día
va a desarrollar cualidades negativas y nefastas para sus congéneres si
estuviera sometido a abusos por parte de algún miembro de la familia o sufriera
privaciones que le dejaran heridas lo suficientemente profundas como para
querer desquitar su ira aplicando la Ley del Talión a ignotos, incautos e
ilustres desconocidos que no logran salir de su asombro cuando reciben sus
viles ataques. Podríamos decir entonces,
que el nacimiento del “sorete” de libro, es una persona que en su infancia ha
sufrido y merece en primera instancia nuestra compasión y solidaridad. La persona que es mala como adulto, encierra
a un niño al que le ha faltado amor, compañerismo, alimentos, juguetes,
ternura, abrigo o han padecido alguna clase de abuso por parte de hermanos
mayores, tíos, abuelos, progenitores, docentes, etc. Con esto no quiero decir que todas las
personas que fueron abusadas o han sufrido falencias en su infancia,
necesariamente se van a convertir en una porquería de ser humano. Sólo imagino esto, como la única explicación
posible para la maldad per se. De otra
manera, me resulta inexplicable que alguien pueda gozar lastimando a otro ser
vivo, salvo a una cucaracha (debo confesar que he pisado unas cuantas sin cargo
de conciencia).
Malvados, trastornados y diabólicos (receta infalible para
detectarlos).
Si encontrás más de tres ítems probablemente estés
enfrentando a un flagelo importante para la raza humana, mi consejo es que te
resguardes en lugar seguro hasta que dirija sus gentilezas hacia otro
objetivo. O bien dediques tu tiempo a
joderle la vida. Tu tiempo vale mucho,
yo no lo desperdiciaría en eso; pero cada quien es cada cual y sobre gustos…los
colores.
Falta de amor: La persona que rompe las pelotas no ha
encontrado todavía a alguien que lo ame lo suficiente como para salvarlo y
entretenerlo. El amor cura la maldad, la
neutraliza. La persona que se siente
amada (ya sea por una pareja, amigos, parientes, etc.) y retribuye amando, pierde el interés en cuestiones pueriles y en el
chiquitaje diario que lo saca de ese estado “OMMM” y le otorga ese resplandor
de felicidad en la cara que tanto apabulla a quienes no conocen el amor. Esto no significa que no hayan formado
pareja, generalmente necesitan de compañía porque no soportan estar solos, es
jodido estar con uno mismo cuando uno mismo es un ser aburrido, vacío y carente
de motivaciones positivas tales como talentos, pasiones o hobbies que
enriquezcan la vida. En ese caso,
buscarán aparejarse con la primer persona que se les acerque sufriendo la frustración
de tener la absoluta certeza de que conviven con un placebo, un muleto; alguien
que ocupa un lugar vacío como la butaca del colectivo o el cine. Simplemente un hueco tapado con papel
higiénico para que no penetre el frío de la soledad.
Falta de sexo: La persona que no tiene actividad sexual,
autogestionada o con partenaire; o la vulgarmente conocida como “mal cogida” es
condición sine qua non en este tipo de personajes. No significa que no exista actividad sexual,
a veces existe en cantidades industriales; pero como son personas con poca
autoestima, se dedican a complacer al otro antes que a ellos mismos (ya sea
para retener a una pareja o en un intercambio de favores y fluídos que poco
tienen que ver con el goce y la plenitud sexual). La persona “bien atendida” como se la suele
nombrar, ha invertido sus energías en satisfacer sus pulsiones sexuales, no
tiene resto para enroscarse en cosas que podrían robarle esas endorfinas
ganadas en el polvo monumental de la noche anterior. Esa sensación de tranquilidad, paz y alegría
que deja un buen estampamiento funciona exactamente igual que una vacuna contra
el quilombo. Nadie en su sano juicio
está dispuesto a perderla buscando mierda para joderle la vida al otro.
Baja autoestima: Estos individuos no están satisfechos con
lo que son, no están orgullosos de lo que fueron y probablemente deseen ser
como alguien más. El problema radica en
que no saben cómo. No se quieren, no se
respetan, no se miman ni invierten medio segundo de sus vidas en conocerse, entenderse
y descubrir sus pasiones. No disfrutan
de nada en particular que no los perjudique de alguna forma. Por eso se autocastigan sin siquiera
registrarlo. Se vinculan con gente
tóxica, forman relaciones de pareja abusivas y suelen caer en vicios o
adicciones que terminan perjudicando su salud y relaciones
interpersonales. Probablemente estén en
la búsqueda desesperada de objetos materiales que satisfagan momentáneamente
ese hambre espiritual del que no pueden deshacerse porque el vacío que sienten
no se aloja en un lugar físico ni se resuelve con una bandeja de sushi o un
Smartphone. Se entiende, quedarse solo
con uno mismo y no poder enfrentar la imagen que devuelve el espejo sin bajar
la cabeza con vergüenza o resignación debe ser durísimo.
Ausencia de pasión: Con pasión no me refiero a la pasión
devenida del sexo o el amor. Me refiero
a la pasión por algún deporte, hobbie o actividad que uno hace para uno mismo
en franco acto de amor propio. He
conocido gente que toca instrumentos musicales, devora libros, consume cine en
megadosis. Gente que ama un deporte y lo
practica toda vez que tiene media hora libre.
Personas que se cargan la mochila al hombro y salen a vivir aventuras
porque aman la naturaleza y están ávidas de aprender todo sobre aquello que los
fascina. Gente que estudia sin la
motivación obvia del dinero, lo hacen para conocer, para trascender fronteras y
alimentar el alma antes que el culo.
Existen personas que además de cultivar una pasión, y a modo de
bonustrack, invierten su tiempo en forma altruista para ayudar al prójimo. Personas que disfrutan llevando alegría a un
hospital infantil disfrazadas de payasos o acompañando toda la noche a un
enfermo que no tiene un ser querido que le alcance un vaso de agua. En fin, el apasionado no pierde tiempo para
romperle las pelotas a otro. Tiene
mejores planes, cosas mejores para hacer.
Insatisfacción crónica: Al turro de pizarra no hay poronga
que le venga bien (perdonando la expresión).
Por eso nunca se llenan coleccionando objetos materiales, nada les
alcanza, siempre quieren más…aunque no sepan bien más de qué. Generalmente quieren lo que ven, y sobretodo
lo que ven en las manos de otro. Y como
el deseo no es genuino, una vez que tienen eso en las manos pierden ferozmente
el interés en el objeto. Ven el vaso
medio vacío siempre. Siempre falta. No se sabe bien si es una falencia que
arrastran de una infancia árida, me inclino a pensar que no. En general es todo lo contrario, ya que
quienes han sufrido la falta de cosas materiales suelen valorar y disfrutar
mucho más lo obtenido con esfuerzo. Más
bien es la falta de alguna persona del entorno familiar que les enseñe a ser
felices con la mano de la baraja que toque.
He visto personas con un poder adquisitivo enorme y sin embargo no le
han encontrado la vuelta a la alegría. Y
he visto gente con escasos recursos disfrutando de la vida con una fuerza y un
entusiasmo que muchas veces envidia aquel que lo tiene todo y no sabe qué hacer
con eso.
Envidia: Muy probablemente, aquel que se ha puesto como
objetivo romperte las bolas, quiera algo de lo que vos tenés. Si van a por vos, es porque vos sos una foto
caminando de algo que les apetece. Puede
ser algo material, algo social o algún rasgo de tu persona que necesitan
emular. La envidia es un motor muy
potente para aquellas personas pobres de espíritu, que lejos de alegrarse con
el logro del otro, sienten la compulsión de joder al que se puso de novio,
cambió el auto o estrenó ropa nueva. Por
eso se encargan de desacreditar aquello de lo que ellos carecen y que a los
demás les sobra. Llámese televisor LED,
un sándwich de milanesa o un laburo nuevo; estas personas están diseñadas para
encontrarle la mosca a la sopa, el color horrible al auto del vecino, la
celulitis de la “amiga”, el naso del novio de aquella y la poca guita del
trabajo nuevo que acaba de conseguir el que fue convocado a trabajar en tal
Banco porque es un cráneo. Más ocupados
en desvalorizar que en averiguar la receta para alcanzar alguna de las metas
que los demás consiguen sin mirar para los costados, estos individuos son
amigos de lo ajeno, pero exclusivamente en las buenas. Eso significa que quieren eso, pero no
piensan invertir un gramo de cerebro ni esfuerzo (ni que hablar de trabajo)
para obtener aquello que tanto desean.
Como no están dispuestos a andar ese camino hacia el objetivo deseado,
lo más probable es que se inclinen a nivelar para abajo poniéndose como meta
que el otro pierda aquello que a ellos les da tanta bronca que tengan.
Sentimiento de que se les adeuda algo o están para más: Esta
gente tiene una sensación de que alguien (llámese Dios, la suerte, el destino,
la pareja o el jefe) les debe algo. Al
principio es una sensación, luego se convierte en una certeza y con el correr
del tiempo una deuda que están firmemente dispuestos a cobrar. Si la cuñada tiene una cartera de cuero, el
personaje en cuestión va a convertir esa cartera en una deuda a cobrar a su
pareja sin pasarle por la cabeza el hecho de que a lo mejor esa cartera se la
compró con su sueldo porque es útil haciendo lo que hace o bien se la regaló su
marido porque es una compañera de la ostia y no un volquete de reclamos con
cara de orto. Todos les deben algo. Lo más probable es que con alguna gente
utilicen una ofensiva sutil, sugiriendo todo el tiempo aquello que quieren y
desean (ahora YA) o bien pelarán la víctima indefensa con cara de María
Magdalena y un llanto desproporcionado que invita al varón caballero a salir
corriendo para proteger a la damisela en peligro comprando una cartera de tres
mil pesos. A algunas y algunos les funciona bastante bien por un tiempo, pero
el gato de Shrek, de mirada lánguida y ojos tiernos no tarda mucho en mostrar las
garras y su verdadera naturaleza (que es más parecida a un dragón de Komodo que
a un gatito en peligro). Los hombres
también suelen pelar estrategias de este estilo argumentando que no pueden
sacar a pasear a su novia porque no tienen un mango o están volando de fiebre
cuando en realidad las castigan porque la última vez que salieron no fueron lo
suficientemente “gauchitas”. Otra vez,
la deuda, o “yo estoy para más que bancarme esto”. Pero como suelen ser gente mediocre y de
escasos recursos mentales, la salida más fácil es convencerse de que la pelota
está en la cancha del otro, el otro es el que tiene el poder de otorgarles
aquello que necesitan y si no se les da pondrán la culpa en el patio ajeno.
Necesidad de agrupamiento: Estas personas necesitan
desesperadamente encontrar aliados, gente a quien transmitir su dogma de odio y
resentimiento. Es por esto que se los ve
continuamente haciendo lobby y desparramando un cuento distorsionado de la
realidad; la realidad que ellos quieren que el otro vea, para llegar a sus
objetivos. Entonces se rodean de gente
de poco raciocinio, escaso sentido común y valores similares a los que ostentan
ellos para recitar su evangelio según “yo el resentido al que todos le deben
algo, pobrecito yo” en una suerte de analogía del flautista de Hamelín (la
flauta es un instrumento que esta gente maneja de maravillas) con el fin de que
un enjambre de ratas adormecidas acepte y obedezca sin cuestionamientos sus venenosas
diatribas y sus jugarretas tóxicas. Es
muy común que utilicen a las personas a quienes cooptan para sus fines, con
recursos reprobables y las utilicen como piezas de ajedrez para llegar a
concretar sus planes. Así es como se los
puede ver cual Yago en “Otelo”, derramando su ponzoñosa verborragia en secreto
de un oído en otro, enfrentando a gente que apenas registra este juego vil que
de a poco los convierte en cómplices de un enfrentamiento social/pelea
familiar/crisis laboral al que nunca hubieran entrado de haber visto en el
primer momento la maniobra a la que fueron expuestos.
Mentirosos compulsivos: Este tipo de personas usa y abusa de
la mentira en todos sus grados y colores.
Desde la mentira blanca hasta la más ominosa de las elucubraciones, esta
gente está dispuesta a fabricar todo tipo de argumento sin fundamento para
lograr que dos amigos se distancien, una pareja les perdone algunos deslices o
un jefe los considere para otorgar algún tipo de excepción o favor. Habilidosos para el engaño, estos especímenes
suelen arrastrar en su telaraña a personas de buenas intenciones pero poco
carácter con un alto grado de credulidad, ingenuidad y necesidad de apoyo. Se valen inescrupulosamente del débil y de aquel que puede servir a sus fines (ya
sea porque tiene poder, acceso a información, dinero o es la pieza que se
necesita cual peón en el ajedrez para escalar).
Por supuesto, en cuanto la persona utilizada intuye el juego, será
sacrificada y arrojada al extremo opuesto del tablero convirtiéndose instantáneamente
en alguien a quien fagocitar para llegar hasta el objetivo.
Simulación permanente: Gente como la que estamos
describiendo no puede mostrarse tal cual es ante la sociedad. Es así como arrastran un personaje por la
vida que muchas veces pesa tanto que termina por caerse de vez en cuando y revelar
brevemente su verdadera naturaleza. Todo
lo que hacen, cómo se visten, hablan y se manejan con los demás (fuera de la
fortaleza hogareña y a veces ni siquiera) es camaleónico. Pelan en segundos la cara que necesitan de
acuerdo a la necesidad del momento. La
víctima, el ganador, el inseguro, el docente, el buen samaritano, el religioso,
el experimentado, el frágil, el vivo o el inofensivo. Todos los disfraces del Colón en una sola
persona que actúa frente al espejo la cara que va a poner al día siguiente para
convencer a su socio de algo para obtener una ventaja.
Ventajeros: El famoso dicho “este no da puntada sin hilo” se
refiere precisamente a esta cualidad, sacar ventaja en forma deshonesta de toda
situación que se lo permita. Están
entrenados para este fin, como quien juega al tenis desde los tres años; estas
personas tienen un talento increíble para quedarse con los vueltos, vender
pescado podrido y encontrar la grieta donde colarse para terminar primeros en
la fila hacia aquello que desean. La
tajada más grande, el sillón más cómodo, una compra que jamás terminan de pagar
abusando de la confianza del vendedor; cualquier situación de intercambio de
dinero los tiene operando hábilmente para rapiñar antes que nadie lo que
quieren y por supuesto, con el mínimo esfuerzo posible.
La ley del menor esfuerzo: Aquel que pulula por la vida con
poca o nula ocupación, buscando el dinero fácil y alimentarse del trabajo ajeno
es de por sí alguien de quien cuidarse.
Porque el que se dedica a agenciarse lo que corresponde, está abocado
pura y exclusivamente a cumplir sus tareas de la mejor manera posible para
ganarse su sustento y cuidar su trabajo.
Es raro ver gente inteligente y útil dedicada a sembrar discordia y desparramar
sus miserias llevando y trayendo información mentirosa útil a sus fines más
despreciables. Es justamente el
inadaptado, el mediocre y el carente de talento e iniciativa; quien debe
valerse de estas maniobras para reemplazar aquello de lo que carece, gastando
la menor cantidad de energía y obtener así un inmerecido rédito.
Como última cualidad, podríamos destacar la rabia y
frustración subyacente que se cocina a fuego lento en el interior de estas
personas como un guiso que crepita dentro de una olla a presión a punto de
estallar. Tarde o temprano sucede que al
“carancho” se le acaban los trucos y tienen que repetir la misma acción que
alguna vez le diera resultado, pero que a la larga termina por evidenciar su
estrategia pedorra…arrojarse arriba de un auto, fisurarse un dedo de la mano
cobrando un seguro que le permita
continuar obteniendo lo que los demás tienen, sin mover ese y ningún
dedo.
Una cancioncita que los describe…
LETRA Y MUSICA DREAD MAR I
Nunca peleas por tu vidaa
y esa es la verdad
Siempre prefieres
lo facil, eso es realidad
Y el malvado no te ayudara
el malvado de ti se reira
el malvado no te ayudara
el malvado de ti se reira
Mira al cielo ahora
o pronto caeras
mira al cielo ahora
o el tren se pasara
porque el malvado no te ayudara
el malvado de ti se reira
el malvado no te ayudara
el malvado...
Todos sacaran provecho
de tu debilidad
depende de ti vivir como un raton
o como un gran leon luchar
porque el malvado no te ayudara
el malvado de ti se reira
el malvado no te ayudara
el malvado...
y esa es la verdad
Siempre prefieres
lo facil, eso es realidad
Y el malvado no te ayudara
el malvado de ti se reira
el malvado no te ayudara
el malvado de ti se reira
Mira al cielo ahora
o pronto caeras
mira al cielo ahora
o el tren se pasara
porque el malvado no te ayudara
el malvado de ti se reira
el malvado no te ayudara
el malvado...
Todos sacaran provecho
de tu debilidad
depende de ti vivir como un raton
o como un gran leon luchar
porque el malvado no te ayudara
el malvado de ti se reira
el malvado no te ayudara
el malvado...
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